martes, 26 de abril de 2011

3600

en una hora me tomo el agua,
librando al vaso de su condena.
le digo adios al cuadro amargo
que me encierra en el frio vidrio.
en una hora me arranco la faceta de arcilla
me rompo en mil pedazos,
me quito el agudo ruido punzante
de la exactitud.
De la perfección.
Despeino la tiesa figura
de humano desnudo.
En 60 minutos,
las palomas vuelan.
La fuente chorrea
el verde francés del pasto.
Me fugo.
3600 segundos,
para abrir los ojos y ver.
Para detener el reloj.
En una hora
dejo tanta etiqueta,
y me vuelvo un salvaje.

Milagro.

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